El Proyecto Islero fue un intento de España, durante la dictadura de Franco y las primeras etapas de la transición democrática, para desarrollar su propia bomba atómica. Este proyecto es uno de los más secretos del franquismo, buscaba dotar a España de los medios para una política exterior y de defensa independiente, una visión que era parte de la ideología nacionalista del régimen. Proyecto inicial Este proyecto fue concebido a finales de los años 50, tras la independencia de >Marruecos y la guerra de Ifni, con el objetivo de contener las ambiciones territori8ales de Marruecos y disuadirlo de invadir Ceuta, Melilla, las Islas Canarias y el Sáhara. La ayuda tecnológica francesa, en particular para la construcción de un reactor nuclear, fue crucial, ya que Charles de Gaulle apoyaba la idea de una potencia europea aliada y reacia a la OTAN. Sin embargo, el proyecto enfrentó varios contratiempos y no prosperó inicialmente. El "incidente de Palomares" en 1966, donde se
La batalla de Lepanto fue un
combate naval de gran
trascendencia histórica que
tuvo lugar el 7 de octubre de 1571 cerca
de la ciudad griega de Návpaktos (actual
golfo de Corinto).
Se
enfrentaron en ella la armada del Imperio otomano contra la de una coalición católica,
llamada Liga Santa. La victoria de la coalición cristiana supuso el freno al
expansionismo otomano en el Mediterráneo oriental.
Representación de la batalla |
La expansión
otomana y la Liga Santa
Durante
el siglo XVI los otomanos habían conquistado los territorios que formaron en el
pasado parte del Imperio romano de Oriente.. La presencia turca en el Mediterráneo representó una
amenaza para la cristiandad durante mucho tiempo.
Cuando
en 1570 los turcos atacaron la isla de Chipre - posesión veneciana-, esta
agresión trajo como consecuencia la formación de la llamada Liga
Santa.
Esta
Liga (los
papas ya habían tenido cierto éxito en la organización de ligas santas en las
cuales los intereses de las naciones coincidían) estaba formada por el Reino de
España, con Felipe II a la cabeza, los Estados Pontificios, la República
Veneciana, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya.
La
participación española fue de gran importancia para el éxito de la Liga, por
los efectivos que desplazó. A pesar de ser una alianza, de las 315 embarcaciones cristianas
164 eran españolas (España: 90 galeras; 24 naves; 50 fragatas o bergantines. Venecia:
6 galeazas; 106 galeras; 14 naves; 20 fragatas. Estados Pontificios: 12
galeras; 6
fragatas).
La
Europa protestante, en cierta forma, los consideraba un útil aliado contra la
Reforma católica y Francia,por su parte, estaba atrapada entre la dinastía
Habsburgo que gobernaba en Austria y la que lo hacía en España y los Países
Bajos. Los diferentes estados de Italia hicieron coalición más a menudo con
poderes extranjeros (incluidos los otomanos) que entre ellos mismos.
El
combate
Una vez
escogido el puerto de Mesina como punto de reunión de la Liga Santa,
comienzan a llegar a él las diferentes escuadras. Las primeras en llegar estaban al mando de Antonio Colonna.
Juan de Austria,
hermano de Felipe II, y Sancho de Leiva parten
de Barcelona el 20 de julio con las galeras del rey. Arriban a
Mesina el 23 de agosto. Faltan por llegar las escuadras de Álvaro de Bazán, Juan Andrea Doria y Juan de Cardona.
A
primeros de septiembre ya estará toda la flota reunida. La Liga Santa logró
reunir un total de 91 000 soldados, marineros y chusma (34 000
soldados, 13 000 tripulantes y 45 000 galeotes). La mayor parte de
todos ellos eran españoles. Las piezas artilleras de toda la escuadra eran en
total 1.250.
La meta,
por supuesto, no era otra que la destrucción de la flota turca de Alí Bajá.
La única duda que se planteaba era si atraerla al combate en un punto vital del
Imperio turco o si, por el contrario, ir directamente a su encuentro.
Fue esta opinión la que prevaleció finalmente y con tal objetivo, la armada de la Liga abandonó Mesina, avistando las naves otomanas el 7 de octubre en el golfo de Lepanto.
Fue esta opinión la que prevaleció finalmente y con tal objetivo, la armada de la Liga abandonó Mesina, avistando las naves otomanas el 7 de octubre en el golfo de Lepanto.
Por su
parte, Alí Bajá no podía albergar ninguna duda sobre su misión: el sultán le
había ordenado expresamente presentar batalla a los cristianos.
Su flota
había llegado a Lepanto el 29 de septiembre con ánimo de evacuar a los enfermos
y reforzar sus efectivos. Era superior en barcos a la de los cristianos, pues
sumaba 221 galeras, 38 galeotes y 18 fustas, pero con sólo 750 cañones; sus
efectivos humanos eran algo menores -83.000 hombres-, peor armados, además, en
arcabuces y mosquetes.
Fresco de la batalla en el Museo del Vaticano |
La
batalla se inició con el ataque frontal de ambas flotas desplegadas en
línea e
intentando Alí Bajá envolver sólo el ala derecha cristiana, ya que el ala
izquierda se extendía casi hasta la costa.
En ese intento, las dos alas comprometidas -la derecha cristiana y la izquierda turca- mantuvieron un combate particular, alejadas del resto de los contendientes y en la que los barcos de la Liga llevaron en principio la peor parte. El fracaso del asalto frontal de los otomanos y el auxilio de la reserva cristiana a su alejada ala derecha dieron la victoria a don Juan de Austria.
Resultado de la batalla
Lepanto
fue la
gran victoria cristiana, liderada por Juan de Austria (y en la que también participó Miguel de Cervantes, que
resultó herido y perdió la movilidad de su mano izquierda, lo que le valió el
sobrenombre de «manco de Lepanto»), sobre los turcos y la noticia de este triunfo conmocionó a toda Europa, llegando a
ser bautizada como "la gran ocasión que vieron los siglos".
Se
contabilizó la pérdida de 12 galeras cristianas (aunque luego ascendieron a 40
por los graves daños sufridos) y de 7600 hombres, de los que 2000 eran
españoles, 880 de la escuadra del papa y 4800 venecianos). Hubo 14 000
heridos. A los turcos se les apresó 170 galeras y 20 galeotas, de las que sólo
130 estaban útiles; las otras 60 fueron quemadas. Se hicieron 5000 prisioneros
y se liberó a 12 000 cautivos cristianos. Se estimaron entre 25 000 y
30 000 los muertos del bando turco.
En
realidad, el éxito se debió fundamentalmente a una circunstancia fortuita, la
lucha particular en el intento de envolvimiento turco que, a la postre, permitiría
a la escuadra de reserva cristiana auxiliar primero al centro y después al ala
derecha. Pero también a la superioridad de la flota de los coaligados en
artillería y arcabuces y mosquetes.
Aunque
los turcos tenían más hombres y más naves que los cristianos, las galeotas no
podían oponerse a las galeras, además, tenían menos hombres de guerra que en
las cristianas. Por otro lado, los cristianos usaban arcabuces, mientras que los
turcos preferían las flechas, pero ni los daños, ni el alcance, ni la puntería de
estas eran comparables.
De esta
forma, se frenó el expansionismo otomano en el Mediterráneo oriental durante
algunas décadas y provocó que los corsarios aliados de los otomanos abandonaran
sus ataques y expansiones hacia el Mediterráneo occidental.
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