La energía eólica y la energía solar representan dos de las fuentes más prometedoras y sostenibles de energía renovable en nuestro mundo actual. Ambas aprovechan las fuerzas de la naturaleza para generar electricidad, pero lo hacen de maneras distintas y con tecnologías únicas. Las renovables Las energías renovables, como la solar fotovoltaica, la solar térmica, la eólica y la hidráulica, son consideradas algunas de las mejores alternativas para mejorar el medio ambiente debido a su capacidad para generar electricidad sin emitir, en principio, contaminantes o gases de efecto invernadero. Estas fuentes de energía aprovechan recursos naturales inagotables y están disponibles en abundancia en nuestro entorno, lo que las hace accesibles y sostenibles a largo plazo. La transición hacia energías renovables es fundamental para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático. Además, las energías renovables ofrecen una solución ante la dependencia de import
En 1915 se abrió la Residencia de
Señoritas, bajo la dirección de María de Maeztu, para facilitar el acceso de
las españolas a los estudios intermedios y universitarios.
La Residencia, grupo femenino de
la Residencia de Estudiantes, se convertirá en centro formador de las élites
intelectuales y sociales femeninas, pero verá truncada su actividad con la
Guerra Civil.
Antigua sede de la Residencia de Señoritas, hoy fundación Ortega-Marañón |
Los inicios y su función
En las últimas décadas del siglo
XIX empezó a declararse entre los intelectuales y los círculos políticos
progresistas, una honda preocupación por el bajo nivel cultural medio de la
población española, convencidos de que la ansiada modernización y el progreso
del país pasaba, necesariamente, por extender la alfabetización y por abrir las
puertas a las corrientes científicas e intelectuales que triunfaban en Europa.
La creación del Ministerio de
Instrucción Pública (1900) y de la Junta de Ampliación de Estudios (1907)
forman parte de las medidas adoptadas para concretar estas aspiraciones, que
desde el inicio contaron con una significativa presencia de personas vinculadas
a la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
Pero mientras que el Ministerio se
ocupaba de todo el sistema educativo, la Junta se centraría en impulsar la
enseñanza media y superior así como el desarrollo de la ciencia e
investigación. El modelo a seguir en este caso era el de los “college”
ingleses.
Con tal fin, la Residencia de
Estudiantes comenzó su andadura en 1910 en unos hotelitos de la calle Fortuny
de Madrid (arrendado por la institución Intenational Institute for Girls in
Spain), y dirigida por Alberto Jiménez Fraud. Muy pronto se convertirá en un
punto de referencia para la intelectualidad española del momento y en centro de
creación ideológica, artística y científica.
María de Maeztu |
Sin embargo, la institución sólo
aceptaba estudiantes masculinos. Pero pronto se pensó en crear un grupo
femenino paralelo, con el ánimo de contribuir a facilitar el acceso de las
españolas a los estudios intermedios y universitarios en condiciones similares
a los hombres, todo un desafío si se tiene en cuenta que al inicio del siglo XX
las universidades contaban apenas con 21 alumnas matriculadas.
De este modo, el grupo femenino de
la Residencia de Estudiantes abrió sus puertas en octubre de 1915 con 30 alumnas matriculadas
en su primer año (una década después superaba las doscientas) y bajo la
dirección de María de Maeztu, una de las primeras profesoras de la Universidad
Central. Se instalaron en el lugar que antes había ocupado la Residencia de
Estudiantes que ahora se trasladaba al
nuevo complejo en construcción en los Altos del Hipódromo.
La progresiva afluencia de nuevas alumnas
hizo necesaria su división en grupos y la instalación en varios edificios alquilados
por la JAE en el entorno de las calles Fortuny, Rafael Calvo y Miguel Ángel,
junto al Paseo de la Castellana de Madrid.
En
muchos aspectos siguió el modelo de la Residencia de Estudiantes para varones. Según su directora, la Residencia nacía para albergar a las
“señoritas mayores de dieciséis años que estudien o deseen ingresar en
Facultades universitarias, Escuela Superior de Magisterio, Conservatorio
Nacional de Música, Escuela Normal, Escuela del Hogar, etc... Y a aquellas que
deseen ampliar su cultura o hacer estudios privadamente sin buscar el
reconocimiento oficial”. Como la masculina, les ofrecía una serie de medios
para su cultivo intelectual y su desarrollo físico: enseñanza de idiomas,
clases de cultura general y de las asignaturas que conformaban los programas
académicos –Fisiología, Física, Literatura, Química...–, laboratorios,
biblioteca, conferencias, conciertos, excursiones y deportes.
María y la JAE quisieron que la Residencia fuese una institución
avanzada desde el punto de vista educativo pero cuyo régimen interno
respondiera a la “libertad de una familia española bien organizada, (con)
atención diligente, vigilancia meticulosa, sin que se sienta”. Se trataba de
hacer “compatible la elevación intelectual con el mantenimiento de las virtudes
morales de la mujer española; su aumento de cultura racial y hondo sentimiento
del honor y la dignidad”. María, según reitera en las entrevistas que se le
hacen, no deseaba que la Residencia acabara siendo “ni casino de intelectuales
ni plantel de sufragistas”; su sueño era convertirla en “una casa de muchachas
aplicadas al estudio”. Por ello, las actividades se multiplican desde las ocho
de la mañana, en que se sirve el desayuno, hasta las once de la noche, en que
se da el toque de silencio. Se lleva un estricto control de las alumnas,
llegándose a exigir la autorización expresa del padre o tutor para las salidas
más prolongadas, la ausencia a las comidas o la asistencia a las fiestas que
organizaban en la Residencia.
Victoria Kent |
La Residencia acabaría
convirtiéndose en centro forjador de las elites intelectuales y sociales
femeninas. Prueba de ello, es el destacado papel que tendrían muchas de estas
alumnas posteriormente al asumir la lucha por una redefinición de los papeles
sociales asignados a su sexo. De entre su alumnado salieron pedagogas como Juana Moreno, María
Comas Camps, Carmen Castilla Margarita de Mayo Izarra, Carmen Isern...
científicas como María García Escalera o Cecilia García de Cosa, figuras
políticas como Victoria Kent (que junto a Clara Campoamor crearon la Asociación Femenina Universitaria),
o especialistas en Derecho como Matilde Huici.
El
final
Debido
al parón vacacional, la Residencia de Señoritas se encontraba prácticamente
vacía cuando estalló la Guerra Civil en
1936. Sus instalaciones se emplearon entonces como hospital, enfermería y orfanato.
Una delegación se instaló en Valencia, pero ya en las postrimerías de la guerra
María de Maeztu presentó su dimisión y partió hacia el exilio.
Durante el franquismo, la
masculina Residencia de Estudiantes consigue pervivir a pesar de los múltiples
intentos de relegarla al olvido. Por ello, al llegar la democracia se inició el
camino para recuperar esa esencia y su historia, ardua tarea en la que no se
escatimaron esfuerzos.
Sin embargo, la Residencia de
Señoritas desapareció. Sus locales y pertenencias pasaron al Colegio Mayor
Santa Teresa de la Universidad Complutense de Madrid. Su recuerdo sólo quedó en
las mujeres que pasaron por ella, y que consiguieron sobrevivir al conflicto
bélico, y de algunos historiadores de la Institución Libre de Enseñanza o
estudiosos sobre la mujer y la educación.
Su
huella y recuperación de archivo
La Residencia de Señoritas fue una
institución modelo en su época, pero a diferencia de su homóloga masculina, no
ha atraído tanta atención de los estudiosos.
Clara Campoamor |
Tras la
minuciosa depuración de funcionarios y profesionales de la educación fieles a
la República, la Residencia inició de nuevo su
actividad el 15 de febrero de 1940 y bajo la dirección de Matilde Marquina
García, miembro destacado de la Sección Femenina de Falange Española de las JONS. De modo
oficial se le dio el nuevo nombre de Colegio Mayor
Santa Teresa de Jesús, y sin ninguna relación con los principios institucionistas.
A mediados de los años ochenta, dicho Colegio fue trasladado a la Ciudad Universitaria de Madrid y en los locales de la calle Fortuny,
última sede de la Residencia de Señoritas, se instaló la primitiva Fundación
Ortega y Gasset, luego Instituto Universitario de la Fundación Ortega-Marañón.
Gracias
en su día al celo del profesor Vicente Cacho Viu,
el apoyo de Soledad Ortega y la colaboración posterior de las
profesoras Capel Martínez y Alicia Moreno, se ha conservado el archivo completo
de la Residencia de Señoritas, según estos, ("abandonado en una esquina
del jardín para ser despachado como material inservible".
A partir
del Archivo de la Residencia y su valiosa correspondencia se han podido
documentar de manera minuciosa y fiel las relaciones de esta institución con
otras de muy diverso perfil; desde distintas asociaciones feministas
extranjeras (en especial la International Federation of University Women, hasta
organismos paralelos como el «National Council for the Unmarried Mother and
Child», la «British Federation», la Liga de las
Naciones sobre Derechos de la Mujer, la «International Woman
Suffrage Alliance» o la «Ligue Internationale des femmes pour la Paix et la
Liberté», entre otras.
Asimismo,
se ha conservado una magnífica colección de
cartas entre ellas, la correspondencia de María de Maeztu con los padres o
tutores de las alumnas, con personas que las recomiendan, con las propias
residentes y con destacadas personalidades de la época como Alberti, Zenobia
Camprubí, María Goyri, Luis Jiménez de Asúa, Gregorio Marañón, Concha Espina,
Azorín, Baroja, Clara Campoamor, Victoria Kent, Unamuno, Valle Inclán, María Zambrano,
etc.
En el material rescatado, además,
se conservaba todo lo relativo a las reformas hechas en los edificios que
ocuparon (planos, pliegos de condiciones, jornales…), balances de ingresos y
gastos, inventarios, el Sello de la institución, documentación relativa a los
aspectos académicos, el régimen interno y de las relaciones externas
mantenidas, actividades docentes, expedientes académicos y personales de las
residentes, clases que se ofrecían, sobre la biblioteca o el laboratorio de
química.
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