La energía eólica y la energía solar representan dos de las fuentes más prometedoras y sostenibles de energía renovable en nuestro mundo actual. Ambas aprovechan las fuerzas de la naturaleza para generar electricidad, pero lo hacen de maneras distintas y con tecnologías únicas. Las renovables Las energías renovables, como la solar fotovoltaica, la solar térmica, la eólica y la hidráulica, son consideradas algunas de las mejores alternativas para mejorar el medio ambiente debido a su capacidad para generar electricidad sin emitir, en principio, contaminantes o gases de efecto invernadero. Estas fuentes de energía aprovechan recursos naturales inagotables y están disponibles en abundancia en nuestro entorno, lo que las hace accesibles y sostenibles a largo plazo. La transición hacia energías renovables es fundamental para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático. Además, las energías renovables ofrecen una solución ante la dependencia de import
Esta pintora
francesa, que convirtió su amor por la naturaleza y los animales en arte, fue
la primera mujer en recibir la Legión de Honor y otros tantos galardones
como reconocimiento de su obra.
Paradójicamente, la vida excéntrica que llevaba Rosa Bonheur, era feminista, lesbiana, convivió con mujeres y tenía la costumbre de vestir ropa masculina, no provocó escándalo alguno en una época tan preocupada por los convencionalismos.
La feria de caballos |
Pintora por herencia
Marie
Rosalie Bonheur, llamada Rosa
Bonheur (1822-1899), fue una pintora e ilustradora francesa,
hija y hermana de artistas.
Su
padre, Raymond
Bonheur, fue pintor, y al igual que a sus tres hermanos, la ayudó en
su desarrollo artístico desde que ella era aún una niña.
Pero la
influencia de su padre no sólo fue artística, también influyó en su
personalidad y pensamiento. Durante la infancia de Rosa,
Raymond Bonheur estaba involucrado con los sansimonianos, un grupo político
establecido en el pequeño pueblo de Ménilmontant. Los sansimonianos defendían
una forma de socialismo que se expresaba el deseo de la igualdad de mujeres y
hombres y la abolición de las diferencias de clase, entre otros objetivos. La
asociación de su padre con este grupo contribuyó a la perspectiva liberal y
personalidad desafiante de Rosa: usaba vestimenta masculina, llevaba el pelo
corto y fumaba habanos, lo que le granjeó el desdén y la incomprensión de
muchos.
León descansando |
Con todo
ello, se ganó la reputación de “marimacho”, pero a ella no le importó («Yo
era el más muchacho de todos»), una reputación
que la siguió toda su vida y que no se preocupó en desmentir.
Con estas nuevas ideas en su mente y después de varios
intentos fallidos de internado y un aprendizaje con una modista, Rosa comenzó
su formación artística con su padre a la edad de trece años.
Nunca asistió a clases de arte de las tradicionales
academias, ya que a las mujeres como no se les permitía el acceso, pero
progresó bajo la tutela artística de su padre. Comenzó su entrenamiento
copiando grabados y moldes de yeso, haciendo dibujo bodegones y más tarde
copiando pinturas de los maestros en el Louvre. Pero
su padre consideró esta formación insuficiente y animó a sus hijos a
dibujar directamente de la naturaleza, algo que tenían fácil ya que vivían en
el campo.
Pero Rosa fue más allá, iba a las ferias de caballos y a
los mataderos de París con el fin de tener una comprensión más profunda de los
animales y su fisonomía.
Especialista en animales
Su gran
amor por la naturaleza le llevó, pues, a especializarse en pintura de animales, con representaciones luminosas y realistas, vinculadas a la pintura de paisaje y la tradición realista, de los que realizó innumerables
estudios y bocetos.
La labranza de Nevers |
Pero para Rosa lo esencial no sólo era plasmar la belleza
de los animales, sino el respeto hacia estos porque ella creía que todo ser vivo
tiene un alma, y eso es lo que trata de plasmar en sus obras mediante representaciones
increíblemente precisas. El mundo de la naturaleza y los animales serían sus
temas casi exclusivos durante su trayectoria artística.
Más tarde, Rosa poseerá muchos animales, incluyendo
caballos, leones, e incluso una nutria.
Con
veintiún años expuso por primera vez en el Salón Oficial de Paris. En 1945
obtuvo una medalla
de tercera clase y tres años después la de oro , Dos años después Cinco años más tarde obtuvo la
medalla de oro. El
año siguiente, expuso Labourage
nivernais («La labranza de Nevers», Museo de Orsay), encargo estatal. Con la Feria de caballos (MET,
Nueva York), presentado en el Salón de 1853.
En el Salón de 1855
presentó el que sería su gran lanzamiento: la "Feria de
caballos" que le dio, no sólo la medalla de oro, sino fama internacional.
Nunca antes un pintor había exhibido una obra de esa temática que tuviera tanta
fuerza y fuera de ese tamaño.
Esta
fama internacional le permitió viajar por muchos países de Europa y Estados
Unidos, así como conocer a personalidades como la reina Victoria, la emperatriz
Eugenia e incluso Búfalo Bill.
No volvió a exhibir hasta la Exposición Universal de 1867.
Buffalo Bill |
A partir de 1849 va a establecer su propio estudio con su
compañera sentimental, la también pintora Nathalie Micas.
Durante
los años siguientes sus obras serán reproducidas por
Lefèvre en Londres y Goupil y Peyrol en París, lo que aumentará su fama.
Sus formas inusuales de tratar el tema animal en sus obras
atrajo una considerable atención del público, lo que se tradujo en que se
convirtiera una de las artistas más originales del siglo XIX.
Una vida excéntrica
La forma de actuar de Rosa, así como su personalidad, la
sitúan cercana al feminismo temprano. Ella
escribió al respecto que "el sexo al que orgullosamente pertenezco y cuya
independencia voy a defender hasta el día de mi muerte".
Fue,
además, una lesbiana declarada. Vivió dos relaciones amorosas, una con Nathalie
Micas, a la que conoció en 1837 (Rosa tenía 14 años y Nathalie 12), y
que se convirtió en pintora, como ella, y de la que no se separó hasta su
muerte, en el año 1889;
y otra, después de la muerte de Nathalie, con la estadounidense Anna Klumpke,
también pintora, con la que vivió diez años, hasta su propia muerte y a la que
declararía su heredera universal.
Añadir leyenda |
Nunca
dejó de usar ropa masculina, de hecho, se cuenta la anécdota en su biografía de
que Rosa Bonheur tuvo que solicitar a las autoridades policiales la
autorización para vestirse de hombre - o más concretamente, llevar pantalones -
para frecuentar las ferias de ganado (autorización renovable cada seis meses
por la prefectura de París). Sobre este tema ella escribió: "Me di cuenta que la
ropa femenina era una constante molestia. Por eso decidí solicitar la
autorización para vestir ropa de hombre al prefecto de policía. Pero el traje
que llevo es mi traje de trabajo, no significa nada más. Lo que digan los
imbéciles no me ha preocupado nunca."
Lo que
no deja de resultar curioso es que esta vida excéntrica que llevaba Rosa no
fuera motivo de escándalo en una sociedad harto preocupada por las convicciones
morales.
La fama
y los continuos viajes dejaron exhausta a Rosa, por lo que decidió en 1859
decidió retirarse al campo, estableciendo su residencia permanente en Al,
cerca del bosque de Fontainebleau, pero no dejó de pintar hasta su muerte el 25
de mayo de 1899. Tenía setenta y ocho años de edad.
Rosa Bonheur fue siempre recordada por su fidelidad a la
naturaleza y los animales, pero también por su carácter independiente, su buen corazón, su
generosidad y su espontaneidad.
Rosa Bonheur obtuvo a lo largo de su carrera muchos y
prestigiosos galardones internacionales, normalmente reservados sólo para los
hombres, como: Caballero
de la Legión de Honor en 1894, siendo la primera mujer artista en recibirlo,
otorgado por la emperatriz; miembro honorario de la Academia de Pensilvania de
Bellas Artes y de la Societé de Artistes Belges (1863); Cruz de San Carlos de
México, otorgado a ella por el emperador Maximiliano y la emperatriz Carlota
(1865); membresía en la Academia de
Bellas Artes de Amberes, Bélgica (1868); Cruz de
Comendador de la Real Orden de Isabel (por Alfonso XII); Cruz Católica y la
Cruz Leopold presentados por Leopoldo de Bélgica (1880); miembro
honorario de la Real Academia de Acuarelistas de Londres y Mérite des
Beaux-Arts de Sajonia-Coburgo-Gotha (1885).
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