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EL BELLO MODIGLIANI: UNA VIDA DE ARTE Y DESENFRENO

Su pintura y su escultura, lejos de las vanguardias contemporáneas, dan a Modigliani una personalidad excepcional en el marco de la pintura moderna.

Hoy día, unido al morbo de su vida romántica y llena de tribulaciones económicas y enfermedades, está considerado uno de los mejores artistas del siglo XX.



Un joven artista

Amedeo Clemente Modigliani nació en Livorno (Italia) el 12 de julio de 1884 en el seno de una  familia judía sefardí.

Fue el menor de cuatro hermanos de un matrimonio compuesto por Flaminio Modigliani, de origen romano, y Eugenia Garsin, una progresista francesa de Marsella (Francia) que ejerció una poderosa influencia sobre Amedeo.

El padre de Amedeo se dedicaba al comercio y al préstamo, pero era mal negociante y benevolente con sus clientes, lo que le llevó a la ruina y debió recurrir él mismo a otros acreedores, pero estos fueron inflexibles con él. La familia se empobreció. Flaminio se alejó de Livorno para probar suerte en la minería. Eugenia abrió una escuela de lenguas para señoritas, a la vez que se dedicaba a escribir cuentos y artículos literarios para algunos periódicos. Mientras tanto, criaba a sus cuatro hijos. Se cría pues Amedeo en el barrio judío de Livorno junto a su madre y hermanos, entre la pobreza y la enfermedad.


Con once años padece un ataque de fiebre tifoidea y poco después una tuberculosis, de cuyas secuelas nunca se recuperará.

Dos años después, inicia sus clases de dibujo con Guglielmo Micheli, un discípulo de Fattori, uno de los pintores del movimiento florentino.

En 1902, Amedeo se inscribe en la Escuela libre del Desnudo, Scuola libera di Nudo, en Florencia y al año siguiente en el Instituto de las Artes de Venecia, ciudad en la que se mueve por los bajos fondos.

Modigliani escultor

A los 22 años llegó a París. Era brillante, exquisito y hablaba el francés sin acento. Vivió en buhardillas miserables, en falansterios o comunidades utópicas cosmopolitas, en habitaciones de amantes eventuales, en hoteluchos, en la comuna de la rue Delta, de donde lo echaron por vándalo y camorrista.



Se considera a sí mismo más escultor que pintor, y siguió sobre esa vía cuando Paul Gauillaume, un marchante joven y ambicioso le presenta al también escultor Constantin Brâcusi. Y fue a partir de este encuentro que comenzó la fase escultórica de Modigliani que se prolongó hasta 1914.

Sus primeras obras son esculturas inspiradas en las máscaras africanas con una realización escultórica primitiva, incluso arcaica. De hecho las figuras de Modigliani presentan una fuerte estilización que se puede apreciar en sus cabezas ovales con cuellos largos, narices agudas y ojos almendrados, que son clara referencia a aquellas esculturas de los primitivos muy apreciadas por los círculos de vanguardistas de París.

Quería ser escultor, pero la tuberculosis, que le afectaba desde años atrás, y su pobreza, que le impedía comprar la piedra, lo disuadieron de continuar.







París y las vanguardias pictóricas

Entonces, atraído por la pintura de Toulouse-Lautrec empezó a pintar. Sus modelos eran invariablemente sus amantes, dependientas de lavanderías, bellas tenderas, groupies del arte, chicas de la academia de pintura Colarossi… Dibujó cientos de cuadros y miles de dibujos en solo 10 años. Siempre retratos y desnudos.

En el París de aquellos días  conoce a Picasso, Jean Cocteau, Van Dongen, Apollinaire, Diego Rivera, Cahim Soutine y otros personajes célebres, lleva una vida temeraria, que poco a poco le irá mermando la salud.

Si bien al principio le influyó en sus obras Tousouse-Lautrec, luego Amedeo va a encontrar  inspiración en Cézanne y el cubismo de Picasso, pero también en Gustav Klimt y las estampas japonesas de Utamaro.

Su rapidez de ejecución le hace famoso. Nunca retocaba sus cuadros, pero los que posaron para él decían que era como si hubiesen desnudado su alma. Retrató a los habituales de Montparnasse, como Soutine, Rivera, Juan ris, Max Jacob, Cendrars o Coccteau.

Jeanne
Su pintura se caracteriza por la simplificación, con líneas sinuosas, formas planas y proporciones alargadas. La mayor parte de su obra la integran retratos y estudios de la figura humana caracterizados por los rostros ovalados.

Pero sobre todo, Modigliani pinta rostros de mujeres atemporales con cabezas oblongas y cuellos cilíndricos como de cisnes, entre lo tradicional y lo moderno, entre lo occidental y lo exótico.

En 1909, se pasa un breve período en Livorno, enfermo y deteriorado en su salud por los excesos de su vida.

Regresa a París y alquila un estudio en Montparnasse. En 1914, cuando estalla la Primer Guerra Mundial, intenta alistarse pero su mala salud se lo impide. 

Su primera exposición individual se realizada el 3 de diciembre de 1917 en la galería de Berthe Weill,
pero horas después la policía, a causa de unos desnudos calificados de inmorales que se mostraban en el escaparate de la sala, clausura el local por indecencia.


Modigliani el amante

Modigliani apenas medía 1,65, pero era un hombre guapo que atraía a las mujeres. Pero también era un hombre solitario que quiso emborracharse vivir, según sus biógrafos, muy deprisa, y se infectó de la vida bohemia de las noches largas de hachís, alcohol, sexo, pendencias y otras ebriedades.

Por eso, cuando la cocaína mezclada con hachís le sabía a poco, se colocaba con una absenta explosiva llamada mominette, un alucinatorio destilado hecho de patatas.

Sus amigos él que era el único tipo en París que sabía vestir. Recitaba fragmentos de La Divina Comedia, mientras serpenteaba por entre las mesas de La Rotonde ofreciendo dibujos por unos pocos francos o un vaso de vino.
Modiliani

Aunque parece que a muchas de las mujeres que conoció las maltrató cuando estaba poseído por la bebida, incluso físicamente, ninguna le olvidó y todas le amaron intensamente. Dos de ellas se suicidaron, una cuando el pintor la abandonó y otra al morir éste, a los 36 años.

Modigliani pintó sobre todo a las mujeres porque para él «pintar a una mujer es poseerla». Así tuvo a la actriz Elvira, a una judía enigmática, a la modelo negra Aicha, a la mantenida Gaby, a Adrienne, a la señora Menier, a la rubia Renée, a Hanka Zborowska, a Louise o a la argelina Almaisa.

De manera retórica, no física, amó a Eleonora Duse, la amante y musa del escritor Gabriele D’Annunzio. Él tenía 21 años cuando la pintó; ella, 47, y formaba junto con Sarah Berhardt y Ellen Terry, el trío de las tres gracias de la escena del siglo XIX y los primeros años del XX. A la Duse, Modigliani la pintó con el rostro difuminado, como queriendo rescatar en la tela la enigmática luminosidad de su rostro perfecto.

Cuatro años después, sedujo a la mejor poetisa rusa de todo el siglo XX, Anna Ajmátova, a quien conoció en París cuando ella estaba de luna de miel con su marido, el poeta Nicolai Gumilev. Modí tenía 26 años; ella, 21. Se enamoraron, pasaron juntos el verano de 1911 y, bajo esa influencia, ella escribió poemas convulsos que forman parte de su primer libro, Atardecer. Él no llegó a pintarla nunca, pero la dibujó 20 veces.

Modiliani
Con la escritora y periodista sudafricana Beatrice Hastings, Modigliani vivió dos años en Montparnasse. Le hizo 11 retratos y una copiosa serie de dibujos. Bajo seudónimos múltiples, esta feminista mística, misteriosa y sexualmente liberada, evocaría el esplendor y las broncas de aquel amor tempestuoso. «Era un cerdo y una perla, hachis y brandy, ferocidad y glotonería», así lo recordó hace años en la revista New Age. Contó también que Modí la arrojó una vez contra el cristal de una vitrina. Sola y pobre, muchos años después Beatrice Hastings metió la cabeza en el horno de gas y se quitó de en medio para siempre.

La canadiense Simone Thiroux, rubia, alta y elegante, se había propuesto viajar a París para compartir el sueño de los artistas de la época. Se acomodó bien a las borracheras heroicas de Modigliani. Pero una noche de delirio etílico el artista endemoniado le marcó la cara con un vaso roto. Estaba embarazada y Modiglinai la acusó de dormir con otros, rechazó su paternidad y la puso en la calle. Cuando el niño nació, su madre lo llamó Serge Gérard y lo dio en adopción. Simone quiso volver con su amante, pero él la rechazó. Ella murió después de tuberculosis sin haber pasado la treintena de edad. Sólo un año sobrevivió a su amante.

Modigliani
Hubo otras muchas: Nina Hamnet, Lunia Czechowska, María Vassilieff, Burty Haviland. Ellas le dieron amor, dulzura y mucha paciencia; él las desnudaba el cuerpo y las revelaba el alma en sus lienzos.

Alguna de ellas diría que cuando Modigliani estaba bajo los efectos del alcohol, era triste y violento, pero sobrio, tímido y   al que le gustaba recitar poemas.

Pero de todas las historias, la más triste y desgarradora fue la última. Conoció a Jeanne Hébuterne en 1917 (se la presentó la escultora ucraniana Chana Orloff) cuando ella tomaba clases de pintura en la academia Colarossi y él tenía su taller justo al lado, en Montparnasse. Jeanne Hébuterne tenía 16 años, Modigliani, 33.

A ella le gustó él porque había un reverbero de dolor en su mirada. A él le gustó Jeanne por la frescura de su rostro fino , sus ojos azules, el esplendor de su cabello castaño. La encontró dulce y melancólica.

Cuando la familia burguesa de Jeanne se entera de esta relación con el que era considerado un depravado, le corta su asignación económica. Su tormentosa relación se hizo aún más famosas que sus borracheras. La pareja se instaló en un estudio de la rue Grande-Chaumière.

Modiliani en su estudio
Dicen que nadie la vio reír a Jeanne. Quedan tres fotos de ella que no la acreditan como singularmente bella. También se conservan algunas de sus pinturas y dibujos a lápiz, de líneas fluidas. Una pintura representa el patio de la casa donde vivieron el último año de sus vidas; el otro es un retrato de Modigliani. Pero Jeanne Hébuterne siempre fue demasiado sensible a la belleza.

Debido a sus problemas de salud, Modigliani tiene que trasladarse a Niza con Hébuterne, que da a luz en 1919 a una hija a la que llamará Jeanne.

Por sugerencia del marchante Guillaume, realiza una serie de desnudos (ahora sus obras están más cotizadas), con la pretensión de venderlos a los millonarios que veranean en la Costa Azul. Consigue vender alunas obras, pero no tiene mucho éxito. Sin embargo, su salud empeora y se agrava su dependencia de las drogas y del alcohol.

En mayo de 1919, vuelve a París, a la calle de la Grande Chaumière. Después de una noche de excesos y de haber peleado con unos vándalos en la calle, le encuentran delirando y le llevan a su casa donde Jeanne le espera embarazada casi de nueve meses. Lo único que puede hacer el médico es atestiguar que su estado es desesperado.


Muere en un hospital de París de meningitis tuberculosa el 24 de enero de 1920. Unos días antes había pedido el permiso al gobierno francés para contraer matrimonio con Jeanne.

A las pocas horas, Jeanne, que no puede soportar su pérdida se suicida arrojándose desde la ventana del quinto piso de la casa de sus padres donde fue llevada.

Modigliani la había retratado no menos de 27 veces, pero nunca quiso que ella posara desnuda. El pintor, que no había dudado en retratar sin ropa a cualquier mujer que estuviera dispuesta a posar para él, no quería sin embargo que nadie viera la desnudez de Jeane Hébuterne.

Amedeo Modigliani (36 años) fue sepultado el 27 de enero en el cementerio de Père Lachaise en Paris; Jeanne Hébuterne (19 años) fue enterrada a su lado. 

Los más importantes artistas de Montmartre y Montparnasse  acompañan a Modigliani en su último adios.

La hermana de Modigliani, que vivía en  Florencia, adopta a su hija huérfana. Ésta escribirá una importante biografía de su padre titulada Modigliani: Hombre y mito.


Amedeo, según sus biógrafos, vivíó entre la certeza de su talento y la evidencia de su fracaso, por eso fue un solitario atormentado.

La póstuma fama de sus obras

Su pintura, basada en el diseño lineal, la pureza arcaica de su escultura, y su vida romántica y llena de tribulaciones económicas y enfermedad, dieron a Modigliani una personalidad excepcional en el marco de la pintura moderna, aislada de las corrientes de gusto contemporáneo como el cubismo, el futurismo, el dadaísmo o el surrealismo que estaban en desarrollo en el mismo período.

En la actualidad Modigliani es considerado uno de los mayores artistas del siglo XX y sus obras se exponen en los principales museos del mundo, además de estar muy cotizadas en las mejores salas de subastas.




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